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Re: Cartas de Piteas

Publicado: 26 Ene 2011, 10:12
por Reshef

A esperas del próximo capítulo ;D

Está molando la historia


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 02 Feb 2011, 14:52
por Piteas

IX - En ninguna parte (I)

Al día siguiente, con Dremin recuperado, iniciamos la expedición. Íbamos bastante ligeros por consejo de Hazmat,: ninguno llevaba más que sus armas, sus vituallas, algo de equipo de campaña y armadura de cuero blando –detalle que molestó algo a Dremin.

Avanzamos entre la arena hasta llegar a la losa del día anterior, que Hazmat levantó casi sin esfuerzo. Bajo ella, la oscuridad parecía manar como la fuente de un riachuelo. A pesar de que el sol de la mñana ya nos iluminaba sobre las dunas, sentí un escalofrío.

  • Recordad -nos aclaró Hazmat por última vez- que no vamos a ningun sitio como los que conoceis.

  • Perdone, pero algunos de nosotros -interrumpio Dremin-, ya hemos bajado más de una vez a minas, y con peor aspecto que este, por cierto.

  • No os equivoqueis, caballero -le respondió Hazmat, frio e impasible-, pese a que este lugar se encuentre bajo nuestro mundo, ni aunque cavaseis toda vuestra vida encontrariais la forma de llegar al mismo, si no es por este camino.

El silencio se volvió a apoderar del grupo. Hazmat continuó

  • El camino será oscuro y accidentado. Os pido encarecidamente a todos que no aparteis la vista de las escaleras y mantengais cada uno vuestra antorcha encendida, de lo contrario pondríais en peligro al resto, y lo que yace ahí abajo supera de lejos mis artes. Caballeros...

Hazmat dió un paso, hundiéndose en la oscuridad. Uno a uno, los Adms y los guardias fueron entrando, luego Dremin y Rheshef, y al final llegó mi turno. Tomé una gran bocanada de aire, volví a mirar el sol por última vez, y me sumergí en la negrura.

Aparecí en una oscura sala oval, junto al resto de mis compañeros. El suelo, techo y paredes estaban tallados en una obsdiana oscura y pulida que parecía devorar la luz, y en la parte central se abrían unas grandes escaleras de caracol que iban retorciéndose mas y mas hacia las profundidades.

Fuimos descendiendo en parejas -pues aquellas escaleras eran bastante anchas-, apenas separados por unos pasos. La oscuridad que reinaba era tal que devoraba el brillo de las antorchas, dejándonos la sensación de estar enterrados en vida.

Ninguno hablámos durante aquella parte del descenso. A veces alguien comentaba algo, pero lo opresivo del ambiente le invitaba a cortar pronto la conversación, como el miedo de alertar a un depredador que nos rondase. En un momento que Dremin y yo íbamos a la misma altura, este me susurró al oido.

  • Maldita sea la hora en que hemos venido, maese. Este lugar no es nada bueno

  • Lleváis razón, Sir Dremin. Pone el pelo de punta.

  • ¡No es eso Piteas! -refunfuñó- ¡Maldita sea, he estado en cuevas naturales y excavadas, profundas y cerradas... y en todas había eco menos en esta!

Y Dremin estaba en lo cierto; nuestros propios pasos, el crepitar de las antorchas, el comentario de un compañero: todo sonido parecía amortiguado por aquella ominosa atmosfera.

Perdí la cuenta de las horas que nos llevó el descenso, pues la bajada se hacía interminable y tediosa. Sin embargo, pronto me confié, pues los escalones parecían estar en buen estado y la luz no nos faltaba: pese a estar disminuida, íbamos suficientemente juntos como para quedar a oscuras.

Descuidé la atención de los escalones y me dediqué a observar el resto de la escalera. El giro era muy cerrado, por lo que la parte interior apenas dejaba ver nada que no fuera la zona de la que descendíamos. La pared exterior, sin embargo, estaba decorada con más gracia. Unas pequeñas vetas de plata rompían la monotonía de la pared de obsidiana, otorgándole incluso algo de brillo. Sin embargo, al querer tocarlas, mi mano sólo atravesó aire y trastabillé, y no caí a la nada gracias a que el guardia Dester tuvo el acierto de sujetarme.

  • ¡No hay pared alguna! -Exclamé sorprendido, dejando vagar la mirada por la oscuridad sin límites.

  • Es... increible. ¡Todo eso esta vacio! -murmuró Dester a mi lado.

El abismo nos envolvía con su oscuridad, tan sólo rota por el brillo de los hilos argénteos, y lo hacía con más celo que la tierra guardando la caverna, o el mar ocupando una sima. Mi mirada descubría aquel golfo denso y ominoso, pero tenebrosamente acogedor.

Oí gritos por detrás mio, pero no pude evitar dar un paso al frente y dejarme caer: me vi atrapado. Y de la misma manera que el bañista se ve llevado por la resaca mar adentro, así me alejaba yo de las escaleras y mis compañeros.

Avancé por los espacios, sintiéndome arrastrar por un latido insano. Intenté aferrarme a las hebras de plata, como si fueran mi única y frágil protección, pero era incapaz de mover ni un sólo músculo si no era para ir hacia aquel ritmo maldito. Por el rabillo del ojo distinguí a Dester, flotando a muchos metros, y lamenté haber causado tambien su perdición de una manera tan estúpida.

Finalmente, todas las luces quedaron atrás, y nuestros ojos dejaron de servirnos para el lugar al que llegamos. El latido, que se había ido convirtiendo paulatinamente en un desagradable rumor, ahora era una algarabía de seres que pululaban a mi alrededor. Algunos me susurraban palabras extrañas cerca del oído, y otros chillaban incoherencias desde una lejanía imposible.

De repente todas las voces callaron, quedando agazapadas, y el silencio tronó ensordecedor. Noté entonces una terrible presencia delante mío, de unas dimensiones cósmicas, inabarcables por mi mente: estaba frente al vacío, la carencia hecha conciencia.

Y él me miraba.

Una brazo pasó por delante de mi vientre y me arrastró hacia atrás, con la luz, mis compañeros, y un duro suelo de obsidiana con el que me golpeé. Gemía como los niños que despiertan de las pesadillas, mientras me acostumbraba a ver de nuevo las caras asombradas de Excessus y Reshef. De fondo, un enfadado Hazmat juraba improperios.

  • ¡Imbéciles!¡Acaso no os dije que no os distrajerias de las escaleras!

  • Yo... -intentaba decir algo coherente, pero estaba apabilado- esa cosa me ha arrastrado.

  • ¡Y es un milagro que me haya dado cuenta a tiempo! -prosiguió el mago- Menos mal que os oí comentar nosequé sandeces, y os he aferrado antes que saltarais al vacío.

  • Pero yo, nosotros saltamos -a mi lado oí a Dester sollozar en silencio-, mas allá de los cordeles de plata.

Hazmat se puso en cuclillas, me miro directamente a los ojos y estuvo un rato largo escudriñando en ellos. Luego, muy despacio, me volvió a hablar sin enfado en su voz.

Habéis estado un segundo cautivado por el vacío maese, quizá dos. Pero en ese tránsito vuestra alma ha viajado hasta las mansiones oscuras de Dart Lagg... y os podeis sentir ufano, pues de allí rara vez suele volver. Tomad un trago de esto, os ayudará -y me alcanzó una botellita con un líquido oscuro.

Sin plantearmelo dos veces abrí la botella, que resultó ser aguardiente de Ágave rebajado, y le dí un buen trago. Mientras, Hazmat le comentaba al resto que, para recuperar fuerzas, sería lo mejor acampar en cuanto pudiéramos.

Seguimos bajando un rato largo, y llegamos hasta un lugar donde las escaleras se ensachaban aún más, dejando incluso un rellano entre tramos. Las paredes aqui si que estaban cubiertas -cosa que me relajó bastante- y decidimos aprovechar para acampar allí. Aunque se parecía bien poco, dimos en llamar a aquel lugar "El merendero".

Dremin y Osuspiro encendieron una buena fogata y, pese al lugar y los hechos ocurridos hacía poco, el calor y el té de raiz me hicieron sentir de nuevo en casa de Reshef. Hablamos todos un rato de temas sin importancia, pues nadie queríamos hablar de lo que estabamos haciendo allí, y la gente se fue retirando poco a poco a dormir.

Hazmat no nos quitó el ojo a Dester y mi en toda la velada, cosa que me puso un tanto nervioso. Cuando el mago se fue por fin a dormir, el guardia se me acercó en la fogata.

  • No le hagáis caso, maese. Apuesto a que se muere de celos el maldito.

  • ¿Como decís? - respondí sin entender.

  • Lo que ois, que se muere de celos. ¿Os imaginais lo que daría un nigromante como el por poder ver a Darth Lagg como hemos ehcho nosotros?

  • No creo que Hazmat deseara eso precisamente. Si no nos estaría ayudando ¿no creeis?.

  • ¡Ja! -rió Dester con sorna-, de verdad os habeis creido su sarta de patrañas.

Dester miró a ambos lados: nos habíamos quedado sólo él y yo despiertos. Se inclinó y me dijo al oido:

  • ¿Quereis saber de verdad porqué viene Hazmat con nosotros? Bien, pues al parecer El Portal de Mojang solo lo pueden abrir dos Amn, depositarios del poder creador, empujando sendas hojas del portal.

  • Entiendo los reparos, pero creo que exagerais. Hazmat también tuvo problemas con la invasión, quedo aislado en Shai-Hulud...

  • ¡Pero no os dais cuenta que nos engaña! -espetó a punto de perder los nervios- ¡Eso es tan sólo una trampa! Así se ganó la confianza de

  • Osuspiro, pero él no corrio peligro en ningún momento... ¿cómo pensais que habrían sobrevivido a los ataques de monstruos en el Desierto del Oeste? ¡Tiene poder sobre ellos!

  • Calmaros, Dester. Si es como decís ¿porque no se lo comunicais a los Adm aparte?

  • Maldita sea, ¿no teneis ojos en la cara? ¡Los Adm quieren creer a Hazmar!¡ Están desesperados y cualquier solución les parece buena!

Quedé un rato callado, pensando. Dester observó mi gesto y añadió:

  • Sólo os digo que Hazmat esta aquí por propio interes: quiere conseguir el libro sobre las órdenes de los monstruos... y una vez en su poder las cosas estaran mucho peor que ahora, creedme.

Dester se retiró a dormir, dejándome a mí un rato reconcomiéndome con la amarga duda. Descansamos pues, y al día siguiente reemprendimos el descenso, ya con sumo cuidado de no mirar mas allá de la escalera.


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 02 Feb 2011, 14:53
por Piteas

IX - En ninguna parte (II)

Aproveché un momento para poder caminar aparte con Reshef y Dremin, y les comenté la conversación de la noche pasada con Dester. Dremin me aconsejó ver lo bueno que ya había hecho Hazmat por nosotros, y hacer oidos a una acusación que se dejaba llevar unicamente por el miedo. Reshef, sin embargo, reconoció que tampoco estaba de mas tener cuidado: si la cosa se limitaba únicamente a quién cogía el libro, bien podría hacerlo un guardia o nosotros mismos. Si el mago realmente estaba aqui por ayudar no le importaría lo más mínimo que otro fuera el portador.

En esas estábamos, horas después de haber salido del merendero, que llegamos a un tramo en el que la luz blanca ya se hacía presente. Los hilos de plata nos rodeaban de forma mucho mas densa, y apenas se podía distinguir el vacío entre ellos.

Hazmat se paró de repente en mitad de las escaleras y nos hizo guardar silencio. Bajo nuestros pies, un rumor hacía temblar levemente el suelo.

  • Mojang nos saluda, señores. Estamos llegando

Y efectivamente, en menos de dos horas después llegamos a sus puertas. Las escaleras se abrían a una gran bóveda, iluminada por las miríadas de tililantes hilos argénteos que entraban por su techo, y por una infinitud de marañas doradas que nacían de su suelo. Ambos se entrelazaban formando extrañas columnas de luz, que parecían sujetar los altos ábsides.

Bordeado por las columnas de luz, un camino de laspilázuli partía desde el final de las escaleras hasta unas grandes puertas blancas de gran altura. En sus hojas estaban esculpidos relieves de bosques y montañas, que apreciamos conforme nos acercábamos, como si hubieran sido a la vez portal y escultura.

Atravesamos la bóbeda con renovadas fuerzas -y las antorchas ya apagadas, pues la luz en aquella sala era casi cegadora-, hasta llegar al portal. Hazmat y los Adm comenzaron a buscar la manera de abrirlo, mientras yo miraba extasiado los grabados que llenaban su superficie. La maestria era increible, sobresaliendo algunas figuras como si de un diorama se tratase, y sin que se alcanzara a ver punto de unión alguno.

  • Es prodigioso -exclamé-, cada hoja esta tallada de una sola pieza de esta piedra blanca.

  • No es piedra -me corrigió Reshef mientras pasaba la mano por encima.

  • ¿Y entonces? -preguntó interesado Osuspiro, que se nos había acercado.

  • Es marfil -dictaminó Reshef-, dos piezas titánicas de marfil.

Los tres dimos un paso atrás, queriendo entender de que animal se podrían haber sacado tales piezas, y un escalofrío me recorrió la espalda al recordar la antiguedad que Hazmat le suponía a este sitio. Era mas bello que las Escaleras de Obsidiana, sin duda, pero me resultaba igual de desconcertante.

  • No os distraigáis -dijo Phank-, creo que ya lo tenemos. Vamos a entrar.

  • Apartaos un poco, por favor -añadió Excessus.

Los Adm empujaron de determinados sitios en las puertas, y estas respondieron abriéndose lenta y suavemente. No pude evitar volverme a escudriñar los gestos de Dester y Hazmat; observaban el prodigio, el uno tenso, y el otro extasiado.

Tras la bóveda de luz, toda la magnificencia del lugar parecía perderse. La sala tras las puertas era titánica, pero la única iluminación provenía de las columnas que dejábamos atrás, y las antorchas que volvíamos a prender.

Caminamos, guiados por Hazmat, en una larga avenída de las mismas baldosas lapislázuli que vimos en la bóbeda, pero esta vez apenas brillaban ante nuestras teas. A ambos lados del camino distinguí zonas de tierra cenicienta, con troncos retorcidos y petrificados como hombres torturados. Quise desviarme a observarlos pero Hazmat me detuvo y, con una dura mirada, añadió:

  • Ya os dije que esto antaño fue un palacio. Dejad en paz sus jardines y los guardias no nos molestarán antes de lo debido.

  • ¿Guardias? -preguntó sobresaltado Reshef, mientras hechaba mano de la pistola en su cinto.

  • Por los dioses, Res -respondió Dremin-, bajamos a un lugar mítico asediado por Darth Lagg desde hace eones... ¿en serio pensabais que estaría tal cual, vacio y esperando nuestra llegada?

  • No, es solo que... -comento Reshef, al ver que todo el grupo le miraba- no me gusta como suena lo de guardias, sugiere que "lo-que-sea" estará a la altura de lo que vamos a buscar y, bueno...

  • Nos preocuparemos de eso en su momento, astrónomo -respondió Hazmat quitándole importancia-, ahora centrémonos en llegar antes de hacernos ancianos discutiendo.

Avanzamos durante mucho tiempo en aquella semioscuridad, quizás un dia entero, sin llegar a ver en ningún momento pared, techo o columna alguna. Era como si hubieramos salido a otro mundo, pero sin luz. Sin embargo aquella oscuridad era, con mucho, mejor que la reinante en las escaleras. Esta negrura sólo significaba espacio vacio. Lo que sí vimos fueron numerosos jardines marchitos, como aquel primero que no me dejara inspeccionad Hazmat, y restos de templetes, otrora magníficos, pero ahora ruinosos entre estanques secos.

Nuestra travesía se cortó de repente al llegar a unas amplias escaleras, de marmol cubierto de vetas rojizas, que subían en suave pendiente. Los bordes de los escalones se extendían en forma de círculo a diestra y siniestra, perdiéndose fuera de nuestras luces.

  • Y esta es la biblioteca, señores. A partir de aqui tendremos que buscar la sala correcta.

  • No parece una biblioteca -comentó el guardia Blade-, ¿donde estan los libros acaso?.

  • ¿Mejor así, caballero? -replicó irónico Hazmat

El mago susurró algo, y delante nuestra comenzaron a resplandecer brillos de entre el marmol. Pronto estos rompieron en una lengua de luz, que iluminó las amplias escaleras, revelándolas como una gigantesca pirámide circular. El brillo ascendía por los escalones hasta un final truncado, del que partían zigzagueantes escaleras pendidas de la nada; estas a su vez llegaban hasta unas plataformas aparentemente suspendidas en el aire, cada una con grandes anaqueles y repletas de libros.

Llegamos hasta la parte superior de la pirámide de mármol, nos separamos en grupos -quedando siempre a alcance visual-, y fuimos subiendo con cuidado por las estrechas escaleras, hasta las salas suspendidas. En verdad allí se debía encontrar un gran saber, pero la mayoría de los libros estaban escritos en lenguas que desconocía, o llenos con símbolos que se me antojában cabalísticos.

Yo ascendí con Blade, Dester y Hazmat. La búsqueda apenas consistía en que Hazmat leía el nombre de la sala -bajo la inquisitora mirada de Dester- y la descartaba sin apenas entrar en ella. Así fué prácticamente hasta que nos juntamos con el grupo del Adm Phank. Ellos tampoco habían encontrado la sala, aunque si llevaban un pesado tomo que Phank me indico trataba sobre los portales y las lineas ley.

  • Para reparar todo el daño causado -me dijo.

Tal y como estábamos reunidos, Reshef, que iba en el grupo de Phank, nos dió la alarma. Algo se movia desde la oscuridad y decendía hacia nosotros. El astrónomo sacó la pistola y descargó dos tiros sobre la figura, que se partió en dos y cayo muerta sobre la sala donde estábamos.

El ser no era ni sólido, ni exactamente etéreo, recordaba a una gota de aceite que se hubiera colado en un estanque de agua, y flotase ajena a la realidad que le rodea. Tan sólo se le reconocían una parodia de rasgos en ambos cuerpos, como el rostro que un niño dibujaría sobre arena mojada. Blade se acercó al cadáver partido en dos y lo atravesó con la espada.

  • Es como líquido -nos dijo, volviéndose a nosotros mientras nos enseñaba si espada-, ¡pero la espada ha salido seca!.

Oí un restallar, como de cuero al romperse, y cerré los ojos al notar que algo me salpicaba la cara. Cuando los volvi a abrir, vi a Blade boqueando incrédulo delante mia: uno de los trozos del ser se había levantado y le atravesado el pecho como una lanza, reventándole costillar y armadura, y salpicándonos a todos con su sangre. El otro trozo, en el suelo tras Blade, culebreaba con vida propia mientras comenzaba a levitar y emitir un suave ulular.

  • ¡Mierda! -exclamo Hazmat- ¡Banush!¡Los guardias de la biblioteca!¡Rápido, fuera de aquí!.

El grupo se volvió a dividir, y dejamos atrás el cadaver de Blade mientras subíamos atropelladamente por las escaleras, seguidos lentamente por los seres. Dester, Hazmat y yo ascendímos hasta una sala amplia, con varias estanterías cerca de la entrada que el mago y el guardia tumbaron para usarlas de parapeto. Yo corrí hasta un altar de piedra en mitad de la sala, donde me apoyé y fui sacando el arco.

Mientras, unos metros a nuestra derecha y por debajo, oí el grito ahogado de Osuspiro -que iba en grupo con Reshef y Phank-: dos Banush descendían desde los oscuros techos hacia ellos. Aprovechando que Hazmat y Dester intentaban dar cuenta del que nos perseguía, me centré en herir a los que iban a por nuestros compañeros, disparando sin cesar hasta acertarles varias veces.

Sin embargo, y al igual que había pasado con el primero, el ser se volvía a levantar tras unos segundos inerte, transformado en dos más pequeños; y lo mismo pasaba cuando dañabas a alguno de los pequeños, causando que pronto estuviera alrededor nuestra una gran nube de Banush ululantes.

  • ¡Usad fuego! - Oí decir a Dester.

Entretanto Hazmat había sacado unas redomas y lanzólas contra nuestros perseguidores, que comenzaron a arder en mitad de agudos y desagradables chillidos. El otro grupo hizo lo mismo con la brea que llevaban para las antorchas, y pronto estuvimos dentro de sendos circulos llameantes, mientras rupos de Banush se agolpaban en las alturas.

  • Parece que les retiene –comentó Dester.

  • Parece, ¿pero que hacemos cuando se extinga el fuego? -respondí-. ¿Alguna idea Hazmat?

Pero Hazmat ya no me miraba, estaba absorto en las lineas que recubrian el suelo de la sala, indicando los saberes que en ella se guardaban. Miró las lineas, el estrado de piedra donde me encontraba, y un pesado tomo mohoso que en el descansaba. Y por su mirada comprendimos que lo habíamos encotrado.

Acordándome de lo aconsejado por Reshef, aproveche que tenía el tomo al lado para cogerlo antes que mis compañeros se tirasen hacia él. Cuando me volví a mirarles Hazmat tenía la expresión crispada, mientras que la de Dester era de un triunfo seguro.

  • ¡Maese! -me ordenó Hazmat- dadme el libro ahora mismo y podremos espantar a los Banush. ¡Rápido!

  • ¡Ni locos! -exclamó Dester, amenazando al mago con su espada- sabemos que habeis venido a hacer aqui nigromante, y no os lo pensamos permitir. ¡Lanzadme el libro, Piteas, y apuntad al mago con vuestro arco!

  • Piteas, por favor. No cometais una locura -el rostro de Hazmat cambió a la súplica-, el libro puede hacer mucho daño en manos no adecuadas.

  • Razón de más para que lo lleve alguien como yo, que no desea usarlo -respondí-, ¿no creeis?

  • Lanzadme el libro, y yo lo llevaré hasta Phank -dijo Dester sacando una larga cuerda de su mochila- si ato la cordada al estrado podré descolgarme hasta ellos, y todo habrá acabado.

  • ¡Idiota!¡Ni se os ocurra!¡Debeis darme el libro ahora mismo, maese! -Gritó furioso Hazmat.

Tan violento fué su cambio de la suplica al odio que me convencí de las palabras de Dester. Mientras el guardia apuntaba con la espada al nigromante -que quedó al otro extremo de la sala-, se puso a mi lado y le di el tomo. Dester se volvió hacia mí, sonriendo agradecido.

Y conforme sus ojos se fueron oscureciendo, y sus dientes crecían para convertirse en fauces monstruosas, comprendí que me había equivocado.


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 02 Feb 2011, 15:00
por Piteas

Disculpad la pobre (mas bien nula) maquetación de los textos, sobre todo los dialogos. El tiempo me escaseaba y os lo quería dejar publicado ya para esta tarde. A la noche le pondré solución. ¡Espero que os guste!


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 02 Feb 2011, 15:34
por Dinhilien

¡Dios! ¡Cada día nos dejas con más ascuas! Estoy deseando seguir :D


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 02 Feb 2011, 16:07
por phanq

Joder!! no puede ser! ahora solo quiero ponerme a excavar por el server y encontrar Mojang! Ya nada me parecerá increíble al lado de las maravillosas escaleras rodeadas de vetas argenteas y el ominoso palacio!...
Enserio, haces que explorar el server sea toda una experiencia.


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 02 Feb 2011, 17:04
por Reshef

Dios dios y más dios... Piteas, como mínimo exigimos un capítulo cada 3 minutos xDDDD nah, sigue así que ganas de leer más no nos faltan :)


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 03 Feb 2011, 12:04
por Maik

Piteas si te falta tiempo deberías pedirle a alguien que te lo revise antes de postearlo.

Un secretario o secretaria que te lo haga. Yo tenía una cuando utilizaba Wordpress.


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 03 Feb 2011, 14:12
por Piteas

Tiiiiiiooooooo... ¿secretarios?

¡Eso es mucho nivel para mi!; ¡no soy un blogero importante (ni un individuo destacado de la comunidad)!.

Además, el forzarme a corregirlo yo mismo me permite también solucionar fallos de estilo, ya que algunos pasan desapercibidos hasta una lectura "en frío".

De hecho, si lo leíste recién colgado, podrás notar correcciones en párrafos y descripciones. Ahora queda mas legible y ligero... creo.

En resumen, no creas que no valoro tu opinión (todo lo contrario, me la aplico para cuando tenga que postear en algún ajeno), pero al referirme a "poco tiempo", quería decir que entraba a trabajar en menos de un cuarto de hora y aún estaba colgando el capitulo... XD

PD: ¿Al menos te ha gustado -que es lo importante?.


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 03 Feb 2011, 14:21
por Dinhilien

¡Pero Pit! ¡¿Cómo que no eres un individuo destacado de la comunidad?! Eres nuestro maese Piteas :D ¡Eres una leyenda!

Te diré más, ¿sabes la ilusión que nos hace ir paseando por el mapa y decir "¡¡¡oooohhhh aquí estuvo maese Pit con Dremin!!!" o los comentarios del tipo "eeeeee yo también quiero salir en las cartas de Piteas!! Me lo voy a llevar por ahí de aventuras a ver si me mete..."


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 03 Feb 2011, 14:40
por Dremin

Como vuelvas a decir que no eres un individuo destacado de la comunidad voy a dejar de salvarte la vida en las aventuras, avisado quedas  >:(


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 03 Feb 2011, 15:50
por Maik

Si, me ha encantado.


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 03 Feb 2011, 16:23
por Aibehn

Con ganas de mas capis!


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 10 Feb 2011, 02:46
por Piteas

X - La trampa

Hay gente que, cuando tiene algo espantoso delante, se transforman: se vuelven arrojados y valientes, llegando a límites que ellos desconocían. Tambien existen aquellos que, no más notan el riesgo, todo en su cuerpo les pide huir, y se lanzan a ello ágiles como corzos.

Yo, cuando vi la espantosa transformación de Dester, me quedé parado como un idiota. De hecho, si no llega ser por la rápida reacción de Hazmat -que me aferró de un brazo, alejándome del ser- yo no estaría contando esta histora.

El mago había agarrado la cuerda que Dester aferró al estrado antes de transformase y, con un decidido salto, me arrastró hasta la plataforma donde estaba el grupo de Phank. Pese a tener asida la cuerda, el aterrizaje entre los restos de brea aún ardiendo fue bastante duro. Hazmat y yo nos levantamos raudos, recordando el peligro aún constante de los Banush, pero estos ahora se dirigían en masa hacia el monstruo de la plataforma superior.

Los guardianes lo entretendrán un buen rato –dijo Hazmat viendo a los Banush arremolinarse alrededor de Dester-,  aprovechemos para largarnos de aquí.

Nos arrojamos hacia las escaleras, bajando los escalones a saltos mientras la luz de las salas comenzaba a desaparecer. A nuestras espaldas, lo que había sido Dester aullaba y rugía. Nos encontramos con Dremin y Excessus en la base de mármol, ambos alertados por la algarabía.

  • ¡Vamos!¡No os quedeis ahí, corred hacia el norte! -les chilló Hazmat mientras señalaba una dirección.

  • ¡Señores!¿Blade y Dester? -replico Excessus

  • No hay tiempo, en serio Excessus -le cortó Phank-, haced caso al mago y corred, por lo que más querais.

Pero entonces un gruñido gargantruesco tronó en las salas, desde las alturas:

  • ¡Ḩ̴̸҉͞A͏̷̕͜Z̨̢͘͟M̡̡͟҉A̸͡A̶͟͏͘A̵̵͞T҉҉̴̵̕ !

Nos quedamos petrificados, pues aunque reconocímos lo que había sido la voz de Dester, ya no quedaba rastro alguno de humanidad en ella. Algo en su tono me hizo recordar la visión en las escaleras de obsidiana, y un escalofrío recorrió mi columna.

Segundos después el suelo comenzó a temblar, y las escaleras que subían a las salas de los libros se agitáron como las silgas de un barco en mitad de la marejada. Esto nos sacó a todos del espanto, y corrímos en la dirección que Hazmat nos señaló, sin mirar a la oscuridad detras nuestra, de la que  llegaba un estruendo creciente.

Pese a que corríamos con todas nuestras fuerzas, la criatura nos iba ganando poco a poco terreno. El temblor cada vez era más grande, e incluso comenzaron a caer anaqueles enteros desde los pisos superiores, estrellándose a nuestro alrededor: fue realmente un milagro que ninguno de ellos nos aplastara.

Volvimos a la avenída de lapislázuli pero, en lugar de proseguir por ella, Hazmat nos guió hacia un  pequeño templete en ruinas, que se levantava a la vera del camino. Allí nos ordenó apagar todas nuestras antorchas y hablar en voz baja.

No habíamos terminado de apagar aún las luces cuando aquello llegó hasta las escaleras, apenas a cien pasos de nosotros. Aquel ser parecía perdido sin el rastro de las teas, y le oímos olisquear pesadamente el aire. Nosotros hasta contuvimos la respiración, temerosos de que la criatura nos descubriera.

El monstruó bramó al aire, respondiéndo el eco de la insondable caverna, y comenzó a trotar rodeando la base de las escaleras, como un lobo que busca su presa. Apenas se alejó, Hazmat nos reunió a su alrededor para decidir, en susurros, lo que hacer.

Debíamos recuperar el libro como fuera, pues sin él Server no tardaría en caer, pero en aquel lugar no éramos rivales para aquel monstruo: nos daría caza sin dificultad en cuanto recuperase nuestro rastro. Debíamos atraerlo hasta un lugar donde pudieramos igualar las cosas.

  • Si estuvieramos allí arriba -comentó Dremin-, ya me gustaría ver lo que haría ese bicho contra las murallas de Norsk.

  • Arrasarlas, de seguro -respondió Hazmat-, no debeis infravalorarlo caballero. No es ningún animal estúpido: nos enfrentamos a un griefer en su forma verdadera... y con poder para levantar un ejército de monstruos.

  • Dester, todo este tiempo... ¿ha sido un griefer? -comentó preocupado Excessus.

  • No, Adm. Dester murió en las escaleras de osbsidiana, cuando rescatamos a maese Piteas.

Así nos explicó Hazmat como, desde la visión de Darth Lagg, sospechaba que uno de los dos no había vuelto en realidad. Al principio le resultó casi imposible saber quien era el impostor pues, cuando un griefer quiere pasar desapercibido, no hay nada que lo diferencie de una persona normal.

Por ello quiso estar en nuestro grupo cuando llegamos a la biblioteca, y asi tenernos a ambos controlados. Pero se dió cuenta demasiado tarde que Dester era el suplantado, que fué cuando yo le entregué el libro sin sospecha alguna.

  • Bien, ya nos hemos enterado todos del error pero... ¿alguna idea de qué hacer? -Interrumpió nervioso Reshef.
    La idea de Dremin no me parece mala -añadió Osuspiro-, quizas no a Norsk, pero en Espaún, o el valle de Rockfort las defensas nos podrían ayudar. Y Phank aún lleva el libro.

Nos quedamos mirando al Adm inquietos. Este, de entre los pliegues de la capa, dejó entreveer el tomo que había sacado de la gran biblioteca.

  • Arriba, desde luego, no sería buen lugar -dijo Hazmat, con la vista perdida-, pero si sois capaces de llevarnos a cualquier parte con esa maravilla, creo que conozco un lugar donde podríamos plantarle cara.

  • ¡Voto por eso! -Exclamó Dremin.

  • Por mi perfecto -añadí yo-,  prefiero ir a una fortaleza, por lejos que este, que ser devorado en estas ruinas oscuras.

Todos estuvimos de acuerdo, y Hazmat le explicó a Phank lo que tendría que hacer. El Adm abriría un portal adonde le indicase, y lo mantendría abierto el tiempo suficiente como para que la criatura lo viera. El griefer, obsesionado como estaba por darles caza, se precipitaría sin pensárselo dos veces, y era entonces cuando había de cerrar la apertura.

Pero todo lo había de hacer desde fuera, desde la misma Mojang. Luego el Adm estaría sólo, y tendría que abrirse camino el mismo para llegar de nuevo a la superficie, donde tendría que encontrar un medio de llevarnos de vuelta. El plan era arriesgado, pero quedarse allí era realmente un suicidio, así que todos accedimos.

Hazmat habló en solitario con Phank sobre el destino, mostrándole imágenes y pergaminos que le indicaban dónde había que abrir el otro lado. Cuando estuvimos preparados, salimos de las ruinas al jardín marchito, y allí el Adm comenzó a recitar los ensalmos de apertura conforme leía del libro.

Al principio tímidamente, un fulgor acuoso comenzó a palpitar frente a nosotros como una gota de agua gigantesca suspendida paso y medio del suelo. El brillo aumentó, y pronto todo aquel jardín se vió iluminado por el portal.

Hazmat nos metió prisa, y caminamos todos dentro de la esfera azul. Al principio no pasó nada, pero poco a poco un zumbido molesto se fue apoderando del resto de sonidos, y el mundo parecía estremecerse y temblar fuera de la esfera.

  • Manteneos a salvo y yo os encontraré. ¡Ya lleg...! -fué lo último que le oí decir a Phank.

A mi alrededor el mundo se desvanecía, y una sensación de caida libre se apoderaba de mi. La suerte estaba echada.


Re: Cartas de Piteas

Publicado: 10 Feb 2011, 11:17
por Aibehn

La suerte está echada!!! xD queremos más!